Un grupo de patriotas venezolanos con el apoyo de milicianos norteamericanos de Charleston y Savannah (estado de Georgia) tomaron la isla de Amelia en la costa de Florida en junio de 1817 y proclamaron la República de Florida.
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Armada Venezolana |
Los expedicionarios fueron dirigidos en primera instancia por el general al servicio del Libertador: Gregor MacGregor y posteriormente por el corsario francés Luis Aury con la participación de los militares venezolanos Pedro Gual, Luis Brión, Lino de Clemente, Juan Germán Roscio y Agustín Codazzi. La operación se realizó con la autorización de Simón Bolívar y tuvo sus causas en el apoyo que otorgaban los Estados Unidos a los españoles en Venezuela, Nueva Granada y el Caribe.
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Gregor MacGregor - General de las Fuerzas Militares del Libertador |
La expedición tenía como objetivo liberar Florida del dominio español y desde ese punto estratégico controlar el tráfico marítimo en el golfo de México, las Antillas, realizar un posible ataque a Cuba para cortar las comunicaciones entre Estados Unidos y España en el Caribe.
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Lino de Clemente - Almirante de la Armada del Libertador |
Los Estados Unidos —que tenían planes para anexionarse la península— denunciaron a los ocupantes como «piratas». El presidente James Monroe envió fuerzas navales al mando de Andrew Jackson que expulsaron a los invasores el 23 de diciembre de 1817.
El nuevo gobierno de la República Independiente de la Florida del Este, a cargo del patriota Gregorio Mac Gregor, designó a Fernandina como su puerto principal y como capital provisional de la República Bolivariana que se estrenaba en Norteamérica. Ante este feliz acontecimiento, Simón Bolívar le remitió a Lino de Clemente, enviado especial del Libertador ante el gobierno de los Estados Unidos, instrucciones precisas para gestionar todos los asuntos diplomáticos de la nueva República y su reconocimiento como nación independiente.
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James Monroe - Presidente de los EEUU |
Agustín Codazzi queda bajo las órdenes del capitán Luis Aury, afamado corsario que había enfrentado al Libertador en Haití, pero que ahora, a sus órdenes, fue factor fundamental en la toma de la isla Amelia al bombardear desde el mar el fortín de la bahía. Amelia tenía la fama de ser un lugar concurrido por los filibusteros, donde arribaban para descansar sus correrías asaltando barcos, atacando puertos, robando y asesinando… El presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, James Monroe, aprovechando la presencia de los corsarios Luis Aury y Luis Brion en la toma de la isla Amelia, descalificó a los libertadores de La Florida llamándolos piratas y filibusteros, que habían invadido La Florida para propiciar el contrabando y el ataque pirata a los barcos estadounidenses…
En el primer mensaje anual, del 2 de diciembre de 1817, James Monroe hizo referencia a las islas de Amelia y a los refugios que habían establecido en ellas “gente que no pertenecen a ningún país”, cometiendo graves daños al comercio de los Estados Unidos por “sus escandalosos actos de piratería”, sobre todo por la introducción clandestina de esclavos a los territorios de la Unión; por todo ello, el Presidente anuncia haber dado órdenes de poner fin a este terrible mal y corregir los abusos; para lo cual, al general Mac Gregor se le libró orden de captura, y a finales de 1817, el Congreso autorizó a la armada estadounidense invadir La Florida para devolvérsela a sus aliados los españoles; región que años más tarde fue negociada por cinco millones de dólares… Así lo advirtió el Libertador en carta que escribió a Guillermo White en mayo de 1820:
“La América del Norte, siguiendo su conducta aritmética de negocios, aprovechará la ocasión para hacerse a las Floridas” Simón Bolívar
A raíz del mensaje presidencial, se desarrolló en el Congreso una discusión sobre la política que debería seguir el gobierno norteamericano con respecto a las repúblicas de América del Sur y sus vínculos con los piratas, que de alguna manera justificó la animosidad de los Estados Unidos hacia la causa de Bolívar… Por todas estas circunstancias, Tomás S. Willimont, procónsul inglés en el Perú, escribe al Conde de Dudley, secretario del Estado Británico en noviembre de 1826:
“La maligna hostilidad de los yanquis hacia el Libertador es tal, que algunos de ellos llevan la animosidad hasta el extremo de lamentar abiertamente que allí donde ha surgido un segundo César no hubiera surgido un segundo Bruto”
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